Ponemos 3 tazas de agua a hervir en una tetera o cazuelita pequeña, lo usaremos para reblandecer los dátiles.
Calentamos una cazuela grande a fuego bajo y añadimos la fruta cortada a trozos. Añadimos un chorrito de agua, removemos, tapamos y dejamos cocinar durante 5 minutos.
Cortamos los dátiles por la mitad, deshuesamos y los ponemos en un bol. Añadimos el agua hervida y dejamos reposar 5 minutos.
Una vez los dátiles están blanditos, los picamos con un cuchillo y añadimos a la cazuela donde se cocina la fruta. Cocinamos 10-15 minutos a fuego bajo o hasta que todo quede muy deshecho y blandito.
Retiramos la cazuela del fuego y batimos la fruta con una batidora de mano o de zumos. Echamos la mezcla a la cazuela, añadimos la harina de arroz, removemos bien (con unas varillas si es posible) y cocinamos a fuego bajo, tapado, durante 10 minutos más.
Mientras, cortamos el bizcocho viejo o las galletas en trozos irregulares y ponemos una sartén a calentar a fuego medio. Lo salteamos hasta que quede tostadito, ¡que no quemado! Una vez hecho retiramos del fuego.
Tras cocinar la compota de fruta con la harina, la pasamos por la batidora de nuevo hasta que no hayan grumos.
Preparamos unos vasitos o boles pequeños y emplatamos: desmenuzamos el bizcocho/galletas con las manos y añadimos una cantidad en cada vasito. Con una cuchara echamos el cremoso de fruta en cada a nuestro gusto.
Dejamos reposar las natillas en el congelador (30 minutos) y luego transferimos a la nevera. Si tenemos tiempo, deja reposar las natillas en la nevera toda la noche (8-12h). Antes de servir, decora con 4-5 semillas (nosotros usamos de calabaza) y a disfrutar!