«El móvil apagado, y no sé qué ocurre en el mundo. Bajamos con sigilo por las escaleras, andamos sobre la hierba con los pies descalzos, recuperando los cinco sentidos, viendo a decenas de mariposas revolotear, oliendo la fresca de la mañana, escuchando la orquesta alegre de pájaros que nos reciben en la mañana y sintiendo el roce de plantas, flores, piedras que nos recuerdan nuestra procedencia. Meditamos en silencio y escuchamos tanto….
Respiramos, respiramos y nuestro cuerpo se alarga, se encuentra, se siente. Saludamos al sol y lo vemos rodeados de montañas, cañones, cascadas color turquesa, los extendidos árboles de boj, la madera densa …
Rojo escarcha, naranja, amarillo, verde, blanco, color oro. Comida de la tierra con color radiante. Hecha con largas horas de cocción, con mucho amor. Descubro nuevos sabores, sensaciones de verduras auténticas. Comemos en grupo o en silencio. Cada uno busca su momento.
Llega la noche y también el agotamiento. Hablamos, nos contamos nuestras experiencias, preguntamos. Suenan distintos idiomas. Representamos a cuatro continentes. Nos vamos conociendo. Nos sentimos uno. Casa Cuadrau se ha convertido en nuestra casa. La casa de la paz, el respeto, el cuidar el detalle, la alegre consciencia, el equilibrio reencontrándonos con la naturaleza y con nosotros mismos.
Quiero seguir llevando esa sonrisa interior, que también proyecte en mi cara el paraíso donde he estado en estos días.Volveré pronto.»