20 Ago El caminante del té – Historia de Dani
En la revista Global Tea Hut de junio del 2021 se publicó la historia de Dani y su relación con el té. Esta revista especializada en Té es editada por nuestro maestro de Zen y Té Wu De.
Te compartimos la historia de Dani en castellano:
«Me siento muy honrado de tener el privilegio de presentarme y compartir, con todos vosotros, un viaje que comenzó en verano de 2014. En aquel entonces, mi compañera Katya y yo navegábamos en nuestros primeros pasos de andadura de nuestro proyecto, Casa Cuadrau, un centro de retiros de Yoga, Arte y Naturaleza en un majestuoso rincón, en el corazón del Pirineo Español. Katya y yo, nos conocimos en India, en 2012 en una formación para profesores de yoga y meditación en el Sur de India. Ambos llevábamos ya unos años en nuestro peregrinaje de crecimiento personal. Ambos habíamos hecho recorridos similares en nuestra andadura. Los dos nos habíamos formado en la escuela internacional Sivananda y los dos nos habíamos interesado por las tradiciones budistas, en especial la meditación vipassana. Aunque en diferentes partes del mundo y en entornos muy distintos, tras un periodo de transformación personal importante, los dos habíamos sentido, de manera muy imperativa, la necesidad de compartir nuestra práctica del yoga como arte de vivir.
En aquel entonces, yo estaba en un momento de mucha integración y conexión conmigo mismo, sin embargo, todavía sentía la necesidad de conectar con un maestro con quien poder practicar y de quien aprender las enseñanzas de manera más directa. Me sentía muy inspirado por el Buda, Sivananda, Ramana Maharshi, Thich Nhat Hanh, la Madre Teresa y tantos otros maestros de los cuales había escuchado, leído y practicado sus enseñanzas. Sin embargo, todos ellos me resultaban un tanto lejanos en espacio y tiempo y sentía la necesidad de tener una relación más cercana con el maestro. Ese mismo verano, en 2012, Katya y yo abríamos por vez primera las puertas de nuestro hogar al publico para ofrecer retiros de yoga, meditación y senderismo meditativo. Lo hicimos con mucho entusiasmo y cariño y los obstáculos se fueron presentando en el camino, como oportunidades o retos para aprender y seguir creciendo.
Dos años más tarde, un día algo nublado de final del verano, nuestro amigo Antonio Moreno se presentó en la Casa. En aquel entonces, además de los retiros, ofrecíamos comida vegetariana a los turistas que pasaban por ahí tras su visita al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Aquel día, Antonio y su familia comieron con nosotros y, al final de la comida, Antonio me preguntó acerca de la posibilidad de organizar un retiro con su maestro de Té. ¿Maestro de Té? Le pregunté, en aquél momento no tenía ni la menor idea de qué tipo de maestro se trataba, pero desde el primer instante, la propuesta me resultó muy interesante y Antonio me inspiraba confianza, me explicó que se trataba de un monje de meditación Zen y que en sus retiros, básicamente se meditaba mucho y se practicaba la ceremonia del Té. Yo estaba más y más interesado en la meditación. En cuanto al Té, siempre me había gustado y, a pesar de ser un completo ignorante en el tema, sentía una extraña curiosidad por la ceremonia. Me llamaba mucho la atención el modo en que los monjes trataban el té. El cuidado y la delicadeza con que lo servían y la atención que ponían a la hora de tomar una simple taza de té. Por otro lado, en ese momento me sentía más y más conectado con el Zen que estaba descubriendo gracias al legado de Thich Nhat Hanh. Aquél día, le mostré la casa a Antonio y conversamos acerca de las posibilidades, del entorno en cuanto a paseos por el bosque, los ríos y fuentes cercanas, etc.
Toda mi vida he sentido una profunda devoción por la Madre Naturaleza, especialmente hacia la montaña. Todos los momentos importantes de mi vida, han estado ligados de uno u otro modo a ella. Mis padres se conocieron en una travesía en la montaña, yo crecí recorriendo la montaña a pié, sobre unos esquís o en bicicleta. Mi vida cobraba sentido trepando un risco, al zambullirme en un río de montaña, sentado en lo alto de un árbol, explorando las entrañas de una cueva o deslizándome sobre mis esquís entre los árboles de un bosque nevado. A menudo me sorprendo bailando en un bosque, absorto en la contemplación de la danza de los árboles mecidos por la brisa, saboreando el olor de la hojarasca tras la lluvia de primavera, o abrazado a un haya y simplemente, sintiendo su presencia, conectando mi corazón con el gran espíritu que habita en el bosque y en todo lo que vive en este maravilloso planeta tierra.
En mi primera ceremonia de té, sentí como si de pronto, todas mis experiencias previas en la naturaleza cobrasen vida en mi interior. En aquel momento, mi espíritu conectó con el de la planta y, de pronto, me sentí enraizado y libre al mismo tiempo. Sentí cómo podía ser firme y flexible a la vez. Comprendí porqué los arboles del bosque bailan y qué nos quieren contar con su danza. Aquél día, el té me habló, me contó que el milagro de la vida y de la Madre Naturaleza, ese mismo milagro que yo vislumbraba en mis aventuras en la montaña, estaba en ese mismo bol y en todo lo que me rodeaba en ese momento. Me mostró, de la mano de mi querido maestro Wu De, cómo podemos hacer de lo más simple algo absolutamente extraordinario. Desde entonces, esta es mi práctica.
Gracias Wu, Antonio y a toda la comunidad!»